¡Sal
de tu zona de confort! Quizás sea la frase que, como un mantra, más se repite
en el ámbito del desarrollo personal y profesional.
Conocer el significado de las palabras no
implica saber lo que hay que hacer ante tan sencilla prescripción.
Expresiones como cruzar los límites,
abandonar tu comodidad, traspasar tus fronteras, romper tus barreras, vencer
tus miedos... hacen referencia a la realidad de manera metafórica y poco
motivadora. Por un lado quienes prescriben utilizan un lenguaje que, a nivel inconsciente, puede
conectarte con un sentido de perdida (romper, abandonar...) y por otro, dan la
impresión de que existe algo físico,
tangible que hay que superar (barreras, límites...).
Además,
tampoco se suele indicar dónde ir una vez que has salido, lo que puede suponer
un inconveniente para algunas personas.
Un punto de partida, es saber a que nos
referimos cuando hablamos de zona de confort. Si
pensamos en un neonato ¿Dónde está su zona de confort? Los
bebés se mueven continuamente. Nacemos con un deseo innato de explorar el
mundo, encontramos placer en ello y un subproducto muy útil en el proceso es el
aprendizaje.
Cuando
exploras (te empiezas a mover y tienes experiencias) si algo sale mal, puede suponer un castigo a esa conducta específica,
pero sigue siendo un premio a la exploración.
Así,
a través de la experiencia, construimos una comprensión del mundo que nos permitirá hacer lo necesario para cubrir nuestras necesidades.
Con
el tiempo, nuestro deseo de explorar va decreciendo y curiosamente el éxito es
una de las cosas que más negativamente influye en este sentido. Si tienes una
manera exitosa de hacer algo, normalmente no te aventuras en otras formas
nuevas de hacerlo.
Otro freno
importante, lo constituye la educación formal. Se penaliza en exceso el error,
hasta el punto de equipararlo al fracaso. Sería mucho más útil, reconocer en el
error una fuente de información impagable pues te proporciona evidencias claras
de lo que no funciona. La
sociedad, reflejo normalmente del sistema educativo, también asemeja el error
con el fracaso.
Todo
esto, contribuye a que nos mantengamos haciendo cosas con las que nos encontramos cómodos, porque prevemos
bastantes probabilidades de éxito. Es nuestra zona de confort o comodidad.
Pero
el mundo cambia, nosotros cambiamos y nuestras necesidades cambian también. Con
el tiempo no estamos logrando nuestros objetivos y sin embargo seguimos haciendo
lo que siempre hemos hecho. El miedo al fracaso, se ha apoderado de nuestro placer
por explorar de una forma significativa y calmamos nuestro “ansia de saber” con
información de muy baja calidad (algo que conocen bien los productores de
ciertos programas televisivos).
Para
salir de "tu zona de confort", no es necesario romper nada ni hay que abandonar
nada tampoco. Se trata de ir más allá de donde estés en este momento, en
cualquier dirección importante en tu vida o simplemente por el puro placer de
explorar el mundo. Es adentrarte en lo desconocido. Poco a poco te irá resultando familiar y formará parte del
ámbito de lo conocido. Además, con la novedad, se enriquecerá tu comprensión
del mundo y eso a su vez te facilitará implicarte en nuevas experiencias.
No
temas al miedo, como apunté en el post anterior, comprender su valor y aprender
a gestionarlo puede ser de gran utilidad.Ve
un poco más allá de donde estés por el puro placer de explorar, recupera esa
habilidad que tenías de niño y disfruta con ello.
En
Area de Liderazgo, estamos comprometidos con el Desarrollo y eso implica ir más
allá de donde estés, y como expertos sabemos como hacerlo. Hay distintas maneras y es útil hacerlo de forma
segura. Pero este es otro asunto...
Autor: Maxi García.